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En el mítico film "2001, Odisea del Espacio" (1968, dirigida por Stanley Kubrik y guión de Arthur Clarke), hay una famosa escena en la que un primate-humanoide de una manada toma un hueso de un animal muerto y con él amenaza a los primates de la otra manada, que se quedan mirándolo, posiblemente sin entender el peligro. El que toma el hueso en sus manos y lo agita en el aire como arma amenazante ha avanzado un paso en las relaciones de dominio: ha razonado que, a partir de ese momento, dominará a los de la otra manada, pues tiene el poder de matarlos. Este sería, entonces, un momento simbólico y de gran significación en la historia humana.

Robert Ardrey fue un guonista de cine y escritor de divulgación científica que nació en Chicago, Illinois en 1908 y murió en Sudáfrica en 1980. Se dedicó a la divulgación científica especialmente en las áreas de antropología, paleoantropología, etología y evolución humana. En 1961 publicó su libro "African Genesis; A personal investigation into the animal origins and nature of man". Su trabajo estaba basado en una polémica y controvertida teoría expuesta en la década del 50 por Raymond Dart, un antropólogo australiano que fue el primero en descubrir el cráneo de un Australopitecus Africanus.

Si bien esta teoría no está totalmente aceptada hoy por la comunidad de antropólogos, sus postulados refieren a que los rasgos de violencia e instintos agresivos del ser humano son herencia de la línea de predadores asesinos de la cual descendemos; la que se ha impuesto sobre los más pacíficos, exterminándolos. Es decir, somos los descendientes del linaje triunfante, el que pudo imponerse a todos los demás. No está lejos de la historia bíblica de Caín y Abel, dado que según ella, descenderíamos del hermano asesino que exterminó al hermano más pacífico.

Según Dart, los pasos que llevaron a la evolución del ser humano, han sido el crecimiento del tamaño de la masa cerebral, la adquisición del lenguaje y la bipedestación. Una vez que algunos primates pudieron erguirse y no necesitar más las manos para caminar, el siguiente paso importante fue la oposición del pulgar a la palma de la mano: esto le permitió manejar herramientas, y también armas agresivas. O sea, superó en recursos al resto de su especie. Dart identifica a los "proto-humanos" líderes, entonces, como carnívoros, capaces de cazar grandes animales, y posiblemente, caníbales. Esta sería la línea que logra las mejores condiciones de supervivencia, la alimentación con más proteínas, lo cual hace a su vez a su descendencia más fuertes, la mejor defensa de sus territorios y el más seguro cuidado de sus crías. Para conservar estas condiciones, aparte del desarrollo de la capacidad de razonamiento y el nacimiento de la conciencia de sí mismo, es necesaria una gran agresividad que les permita siempre imponer sus condiciones ante las de los demás.

Según las propias palabras de Robert Ardrey en African Genesis: "El hombre ha emergido de su trasfondo de antropoides por una sola razón: porque fue un asesino". "...Con su transición predatoria, (de antropoide a hombre), y el establecimiento del uso de las armas explicada por Dart en su historia sangrienta, su agresión eterna, su irracionalidad, su impulso auto-destructivo de matar por matar, que no se ve en otra especie animal"..."Ese destacable asesino, el Australopitecus Africanus, el último animal antes del hombre, nuestro directo antecesor, un predador con instinto de matar y una afinidad genética y cultural con las armas"..."Concluir que la obsesión humana por adquirir status social y posesiones materiales no está relacionada con los instintos animales de dominio y territorio sería enviar las nociones de la evolución a un punto muerto"..."Si la pelea es solamente entre individuos, entonces las cualidades de misericordia y altruísmo no contribuirán en nada al éxito del competidor. pero si la pelea es entre sociedades, entonces el miembro de la tribu exitosa debe desarrollar dos respuestas emocionales: amistad y cooperación reservada para los miembros de su sociedad, y hostilidad y enemistad para los enemigos de la tribu oponente"..."Ningún hombre puede reclamar el camino de la guerra como algo bueno; éste, simplemente ha sido nuestro camino. Ningún hombre puede evaluar la eterna lucha armada sino como el gasto y la tontería más erróneos. Estos han sido simplemente nuestros medios de siempre para finalizar lo que arbitramos. Cualquier hombre puede sugerir razonables alternativas al uso de las armas. Pero no somos criaturas tan razonables, excepto bajo nuestra propia mirada"......"Las armas superiores, a través de la historia de la especie, han sido el sueño central de la humanidad, necesitando de esa lucha, necesitando del sueño de la lucha armada. El ser humano está parado en un oscuro umbral del cual las especies difícilmente retornan"..."Somos una especie en transición, sin duda. Pioneros testeando las potencialidades del crecimiento de un cerebro. Y si no nos portamos muy mal,  entonces transmitiremos el poder del pensamiento, un día, a las especies descendientes que puedan contarlo como una parte de sus dotes animales. Ellos, no nosotros, podrán encontrar reinos en su fortaleza."...

Toda una hipótesis polémica, controversial, sin duda. Sacude por la crudeza de su exposición. Pero sólo nos sacude por nuestra visión homocéntrica que no nos permite tomar conciencia de la verdad de nuestras tendencias y nuestros orígenes. Usamos el término "humanos" para definir algo bueno, altruísta. Y el término "animal" para definir algo salvaje. Pues, no hay ningún animal que se suicide y mate a toda su familia en un acto de irracionalidad, como ocurre entre los humanos. A su vez, entre los animales se pueden observar muchas conductas altruístas y cooperativas. Si no nos despojamos de nuestro antropocentrismo miope -incluso en el lenguaje-, no podremos jamás tomar conciencia de en qué fallamos como especie, y qué deberíamos corregir.

Estos temas han sido desarrollados por autores, también como el etólogo Konrad Lorenz, "Sobre la Agresión" (1966) y el psicólogo alemán Erich Fromm, "Anatomía de la destructividad humana"., en 1973. Si estamos de acuerdo o no con estas postulaciones, si podemos filosóficamente incorporar estos argumentos como teoría, es materia de discusión. Lo que no podemos negar es que si la solución al eterno problema de la agresión humana es un punto de reflexión donde se entienda que la cooperación mutua es mejor negocio que la destrucción de los otros, al asumir ese punto de reflexión, habremos dado otro paso adelante en la evolución de nuestra especie.

 

Pablo Briand, 23 de Junio de 2009