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EL FRAUDE GENEALOGICO

(II)

En la nota anterior hemos visto que el fraude genealógico se hizo a lo largo de toda la Historia. Hoy también se hace. Se siguen vendiendo escudos y armas de apellidos y de familias que no son tales, dando hasta derechos de copyright sobre ellos, y rozando la ilegalidad; se venden libros como "La Familia X en el Mundo", que se parecen más a una guía telefónica que otra cosa, y tantas cosas más.

Pero antes de que existiera Internet el fraude se beneficiaba con la escasa posibilidad de verificar los datos. Entonces éramos defraudados por los defraudadores. Hoy, con la abundancia de información que hay en la web, somos defraudados por los incautos, por los inocentes. Hay genealogistas amateurs hoy que se vanaglorian de tener árboles con 1,500 apellidos relacionados. Tiene esto algún sentido? Creen ellos tener 1,500 parientes? Supongamos que no. Y entonces, dónde está la utilidad de semejante recopilación, émulo de las mejores Páginas Blancas?

Lo que en realidad se logra es subir árboles pesadísimos a las bases de datos, con datos dudosamente verificados. Muchos encuentran apellidos relacionados y suben árboles enteros de esos apellidos, sin saber si los datos son correctos o no.

Los mormones tienen una base de datos gigantesca, tratando de salvar las almas de todos los difuntos al bautizarlos en su religión, si es posible hasta llegar al mismísimo Noé y toda su descendencia. Muy útil como base de consulta, por supuesto. Pero aquí viene la primera advertencia: dado que estos datos no son verificados (no podrían serlo en su totalidad, ni se pide certificado de autenticidad de los mismos, sólo que tengan fechas completas y nombres reales) todo esto no es más que una base de consulta. Jamás debe ser tomado como información fidedigna per se. Todo dato que se obtiene y proviene de terceros debe ser rigurosamente verificado, cruzada la información con varios documentos más que lo sustenten.

Todo genealogista serio sabe que la genealogía es un viaje, nunca un destino final. Y, como todo buen investigador, debe tener el escepticismo de los detectives de las películas de misterio. Justamente allí está la emoción de la genealogía.

Tengo ejemplos de sobra de los datos erróneos en historias de mi propia familia que hay en la web: hay 5 genealogías de mi familia publicadas en las cuales (se deben haber copiado unas de otras) Alain Briand figura como padre de Michel. Alain nació en 1550, y Michel en 1558. Nadie jamás reclamó esa inconsistencia. Algunos lo "arreglaron" adaptando el nacimiento de Alain "cerca de 1530". Me costó bastante encontrar que el Alain que mencionaban, casado con Guillemette Guyheneuc, era en realidad su hermano. En otra genealogía de mi familia se nombra a mis ancestros acadianos nacidos en Miquelon en 1770 como "bautizados en la LDS Church" días después de nacer. Sesenta años antes de que Joseph Smith fundara la iglesia mormona. Además, teniendo en cuenta que los mormones no bautizan a los recién nacidos. Y así hay incontables ejemplos que podría seguir citando.
De modo que, si antes éramos estafados por los malos, hoy lo somos también por los buenos (entusiastas y descuidados recopiladores de datos).
En mi genealogía he publicado todas las actas civiles (originales y con su traducción) que respaldan la información que cito, y de las cuales se puede confrontar su veracidad en los registros oficiales correspondientes. No veo muchas genealogías que hagan lo mismo. Debería ser una obligación, si no legal, por lo menos ética, hacerlo.
Si no tomamos la historia familiar seriamente, y no participamos activamente de la emoción de la búsqueda, de la confirmación segura de lo que recibimos, y no tenemos conciencia de que todo lo que hay publicado, microfilmado y archivado, debe ser revisado antes de darlo por cierto, vamos a perder, entre otras cosas, la aventura de la investigación.

Y a lo mejor nos perdemos de enterarnos, entre tantos datos confundidos, de nuestros verdaderos parientes y nuestras verdaderas historias. Que muchas veces son más emocionantes que los mitos que heredamos de otros.

 

Pablo Briand, Julio 20 2009