El fraude en genealogía ha existido desde siempre. Con sólo considerar que las posiciones de poder o el prestigio nobiliario eran desde tiempos muy remotos una cuestión hereditaria, es fácil entenderlo. Las peleas por los derechos sucesorios de las coronas originaron manipulaciones al respecto. Cuando Eduardo III de Inglaterra estuvo por convertirse en rey francés, por ser el único heredero (nieto por vía materna) de Felipe IV El Hermoso (1285-1314), se aplicó la ley Sálica, que prohibía las mujeres, o sea a su madre, tener derechos sucesorios de coronas. Luego varios reyes ingleses reclamaron el trono de Francia alegando descender de Carlomagno. En la España de los reyes Católicos, la cuestión de la conversión obligatoria de los judíos para poder seguir viviendo en España produjo muchas adulteraciones genealógicas. Los Reyes Católicos aceptaron a los conversos, e incluso les dieron títulos y posiciones de poder, pero luego durante el reinado de los Borbones, se promulgó la Ley de la Limpieza de Sangre, que exigía tener por lo menos ocho generaciones de sangre "pura" o sea cristiana, probada. El recurso de los que estaban en apuros con este tema era simplemente eliminar las pruebas de sangre hebrea, o reemplazar los datos por otros falsos. Dado que la nobleza debía probarse, en todas las épocas, desde lo más antiguo de las civilizaciones hasta el Medioevo, o siglos posteriores, se cometieron muchas adulteraciones a lo largo de la Historia en los datos genealógicos.

Muchas de estas genealogías todavía subsisten, con pruebas documentales falsas o directamente sin ellas. En épocas más recientes, estuvo de moda el negocio de falsificar genealogías y encontrar antepasados nobles en las familias. Uno de los más famosos estafadores en este sentido fue Gustav Anjou (y ése no era su verdadero nombre), un sueco nacido en 1863 y emigrado a Estados Unidos en 1890. Sus honorarios por construir genealogías rondaban los 9 mil dólares por cada una. Construía una historia del apellido, otra de la familia, les daba un escudo de armas y hacía ascender las genealogías hasta las casas reales. Hizo cientos de genealogías falsas, con datos jamás comprobados o adulterados. La Family History Library, en Salt Lake City, de los mormones, tiene una lista de 109 genealogías falsas de Anjou. Estas serían las que se han podido detectar. Otras permanecerán disfrazadas. Anjou no fue el único; en la biblioteca de Salt Lake City hay un caso microfilmado, la genealogía de los Van Meters en New York, a la que un genealogista francés hizo descender de la monarquía Plantagenet simplemente ligando un antepasado de apellido Du Bois a una de sus líneas maternas. Brian Leese fue un irlandés que murió en 1989 y se pudo comprobar que fabricó también cientos de historias familiares falsas, con lo cual engañó a mucha gente y obtuvo suculentos beneficios. Hay muchos casos de falsificación, quizás nunca lleguemos a conocerlos todos.

En la década de los 90 era frecuente ver en los shoppings o malls un puestito con vendedores con una computadora que ofrecían la "historia del apellido" y "el escudo de armas" de la familia. Esto estaba basado en un supuesto totalmente falso: en principio, los escudos o armas de familia no pertenecen a ningún apellido, sino a determinadas familias que los han creado en su momento. Es absurdo que todos los portadores de apellidos más o menos comunes del mundo puedan compartir el mismo escudo. Hay sitios de heráldica que en Internet también venden prestigio bajo la misma suposición falsa.

Uno de los mayores problemas de las bases de datos actuales es que, dada la compulsión de los que construyen árboles familiares, a tener muchos ancestros y la mayor cantidad de apellidos relacionados, envían a las bases datos de los cuales muchos son dudosos o no comprobados. Los administradores de las bases los toman, sin comprobar la veracidad de los mismos, y los publican. Es fácil imaginarse cuántas genealogías erróneas se pueden armar en base a estos datos. Genealogy Frauds es un website que se dedica a investigar estos temas. Aseguran que cerca del 55% de las genealogías publicadas en Internet tienen serios errores en sus informaciones.

Es muy importante antes de suscribirse a un sitio de búsquedas genealógicas chequear si ofrecen alguna información previa más o menos importante relacionada a la búsqueda, antes de pagar por el servicio. Muchas de las cosas "gratis" que ofrecen estos sitios no son en realidad gratis. Al suscribirse los miembros son luego inundados por e-mails con ofertas publicitarias, encuestas, ofertas de records de familia en cualquier cosa: guerras, naufragios, la Legión Extranjera, etc. etc. Cuidado. Muchas de estas listas tienen datos inventados, y son largas enumeraciones de nombres y apellidos que se compran y se venden entre los mismos sitios genealógicos. Es bueno verificar si estos sitios tienen dirección física comprobable y teléfono, además de un contacto por e-mail.

Antes de creer que uno tiene un dato en la mano hay que comprobarlo. Relacionar datos, parentescos, no una vez, sino buscar varias vías de veracidad en el dato. La genealogía está de moda. Sólo piensen en ésto: el fraude siempre lo estuvo.

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Pablo Briand, Julio de 2009 CONTINUA>EL FRAUDE GENEALOGICO II

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