En 1916 el mundo estaba convulsionado por la Gran Guerra -como se llamaba entones a la 1a. Guerra Mundial- y Buenos Aires vivía una
relajada prosperidad. Europa ya había perdido más de un millón de soldados en la guerra, y los alemanes decidieron ese año atacar Verdun, en el nordeste de Francia, que
fue una batalla larga y sangrienta. En Francia las mujeres trabajaban en las fábricas, en los caminos, en los puertos. Mi abuela Suzanne, de hecho, tuvo que ir a trabajar a una fábrica de obuses en París, lo que le
dejó unas quemaduras en los brazos que nunca se le borraron. Mientras tanto, en ese año, Hipólito Yrigoyen asume la presidencia en la Argentina y declara al país neutral frente al conflicto mundial. La
Argentina se había desarrollado velozmente a principios del Siglo XX y el salario de un peón industrial en Buenos Aires era superior a los de los Estados Unidos. En esas circunstancias, la inmigración europea hacia
la Argentina fue una de las mayores que se registran en la historia.